Más no llores tú, Sevilla, pues volverán otros cielos
y desnudarán de añiles las flores de tu lamento;
no viertas ningún suspiro por los hijos que se fueron,
podrás escuchar su canto cuando declamen sus versos;
mírate en las cosas bellas que pueblan tu firmamento
y deja al amor que esculpa las volutas de los sueños.
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